LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES DE SAN IGNACIO DE LOYOLA
(Aloysius Bellecius SJ, Madrid, 1867).
CONSIDERACIÓN.
Sobre la indiferencia a todo lugar, todo empleo, todo estado de salud y grado de perfección. (Continuación)
II. Un motivo poderoso para abrazar la indiferencia , es la consideración de la felicidad que el alma encuentra en la práctica de esta virtud : ella goza en este valle de lágrimas de un triunfo anticipado , toda vez que sin ambición , como sin pusilanimidad nada desea , y á nada se niega : de esta manera entra en las dulzuras de una paz sobrenatural , se encuentra libre de las dos afecciones que más atormentan el corazón del hombre, el insaciable deseo de poseer y el temor inquieto de perder lo que se ha obtenido : y como no hay nada más grande sobre la tierra que no tener ni necesidades , ni deseos , así ejerce el dominio más extenso . Ella tiene una fuerza soberana , porque es poderosa sobre sí misma : es superior á sus superiores , porque estando indiferente á todas las cosas , no mendiga el favor de nadie ; goza de un dulce consuelo interior , porque segura de hallarse en el lugar y empleo en que su Criador quiere que viva , al sobrevenirle alguna aflicción , alguna dificultad ó alguna desgracia , ella se acoge con confianza á Dios , bien persuadida de hallar amparo en Él : ella duerme tranquila en el seno de la divina Providencia , y canta con el Profeta : El Señor me gobierna y nada me faltará ( 1 ) . En fin , ella es el émulo de los ángeles , llevando sobre la tierra una vida toda celestial ; porque lo mismo que los ángeles de Dios están siempre prestos á oír la voz de sus voluntades (2) , á velar en la guarda del pobre ó del rico , del aldeano ó del príncipe , del enfermo ó del sano , del infiel como del cristiano , y á ofrecer en el cielo el incienso de las oraciones de los santos (3), ó á derramar sobre la tierra las siete copas llenas de la ira de Dios (4) ; así ella está dispuesta á obedecer á la primera señal del soberano Señor , como que el beneplácito de Dios es la única regla de sus acciones . Apreciemos ahora la felicidad y la dignidad de una alma religiosa que sabe llevar el heroísmo hasta una perfecta indiferencia.
Pero al contrario , ¡ qué digno es de compasión aquel que se encuentra desprovisto de esta virtud ! como un mar borrascoso está siempre agitado por las olas de sus turbaciones y de sus pesadumbres . No hay uno á quien deje de prodigar sus lisonjas á trueque de ser favorecido , ó al menos de no ser contrariado en sus deseos ambiciosos . Si experimenta alguna adversidad no se atreve á implorar el auxilio del cielo , convenciéndole su conciencia por los remordimientos , que es afligido muy justamente por haber obtenido por sus bajas solicitaciones el oficio , el puesto que le causan tales pesadumbres .
Interrumpido para él el curso de una providencia particular , fluctúa en una continua inquietud , y se siente penetrado de un dolor punzante que no le deja descansar . No está contento de vivir en aquel lugar, en aquel ministerio que tanto ha ambicionado , porque Dios derrama en ellos la amargura y castiga así en justas represalias las satisfacciones procuradas con tanto empeño á la propia voluntad . ¡ Acaso tú que lees esto te acuerdas de haber hecho de ello una triste experiencia..., y sin embargo aún no escarmientas !
No temes pues , oh imprudente ! ¿ no temes que la justicia de Dios permita que seas tentado más violentamente en el puesto que ambicionas , y des en él una caída mortal , mientras que en otra parte hubieras sido preservado de tal pecado ? ¿ No temes que el Señor te retire las gracias que te hubiera concedido en otra parte , y que aún cercene las que son especialmente necesarias al cargo que codicias ?
¿Y cómo te atreves á vivir en un puesto , y en una ocupación que te ha marcado la Providencia ? No eres sino un hueso dislocado , y siempre te encontrarás mal , y sobre todo al fin de tu vida (5); porque ¿ qué consuelo te dará entonces el haber tenido siempre lo que has deseado , el haber hecho lo que has querido ? ¿ De qué te servirá el haber seguido constantemente , no la divina voluntad, sino la tuya ? ¿ Qué recompensa podrás reclamar por un trabajo emprendido á impulsos del amor propio , y no pedido por el Señor ? Sí por cierto , si tales pensamientos no nos determinan á esta heroica indiferencia , temamos oír un día este terrible anatema : Maldito el hombre que se apoya en brazo de carne (6) .
Renovemos , pues , en este momento con generosidad la resolución fundamental , que con tanta frecuencia hemos debido ya formar , de servir á Dios en adelante en el estado de vida á que nos quiera llamar ; y si la elección de este estado hubiere tenido ya lugar , la de servirle en el grado de perfección , en el lugar ó empleo , y en el estado de salud , que nos haga conocer que es de su agrado . Formemos también el firme propósito de rehusar ó aceptar, de hacer ó padecer cualquiera cosa , sin excepción , según la voluntad que el Criador se digne hacernos conocer en estos Ejercicios .
( 1 ) Ps . XXII , 1 . (2) Ps . CII , 20. ( 3 ) Apoc . , VIII , 3 . (4) Ibid. , XV , 7. ( 5 ) Eccli , III , 27. (6) Jerem. , XVII , 5.
Continuará...