VACANTIS APOSTOLICAE SEDIS

"Quod si ex Ecclesiae voluntate et praescripto eadem aliquando fuerit necessaria ad valorem quoque." "Ipsum Suprema Nostra auctoritate nullum et irritum declaramus."

TRATADO DE LA VIRTUD SÓLIDA, por el Rev. P. Bellecius, SJ. (5)

TRATADO DE LA VIRTUD SÓLIDA,
por el R.P. Bellecius SJ, Cincinnati, 1914.


3. La criatura es incapaz por sí misma de ofrecer adecuada satisfacción por el pecado venial.

Para comprender con mayor amplitud la malicia inconcebible de este pecado, supongamos que todos los Santos, postrados ante el trono del Altísimo, le ofrecieran sus méritos unidos para expiar por un solo pecado venial; supongamos que los Serafines le ofrecieran su amor; los Patriarcas su fe; los Profetas su valor; los Apóstoles su predicación; los Pontífices su celo; los Mártires su sangre; los Confesores su penitencia; las Vírgenes su pureza; la augusta Madre de Dios su incomparable santidad. Todo sería inútil. Todos estos méritos no tendrían valor para satisfacer y expiar la ofensa infligida al Todopoderoso por ese pecado venial. Nadie, ni siquiera el hombre más justo, con el mérito de la gracia habitual que enriquece su alma, puede, por sí mismo, satisfacer adecuadamente por su propio pecado o por el de su prójimo.


Sopesemos maduramente el alcance y la extensión de nuestra proposición. Una mentira contada inocentemente, una ligera emoción de ira, la tibieza en la oración, llevan consigo una transgresión de una naturaleza tan seria que ni el amor ardiente de los Serafines, ni la alabanza eterna de los bienaventurados, ni las poderosas oraciones de los Santos ofrecidas al "Cordero como dulces fragancias en viales dorados",(1) pueden proporcionar satisfacción para tal pecado.


¡Cuán deplorable es nuestra ceguera cuando lo cometemos de modo tan ligero y despreocupado!


4. El pecado venial combinado con el mortal es la causa de los sufrimientos y la muerte de Jesucristo.

Venid, Ángeles de paz,(2) venid con lamentos y desolación a ver a vuestro Dios expirar. Mas tú, pecador, escucha y tiembla. Esas ligeras faltas, que tú consideras como insignificantes, han causado los sufrimientos de Jesucristo, y Le han despojado de la vida. "Él fue herido por nuestras iniquidades; fue molido por nuestros pecados";(3) "Él fue muerto por nuestros pecados",(4) e incluso por nuestros pecados veniales, por los cuales también satisfizo a Su Padre Eterno mediante Su Pasión. ¡Sí, pecador! El Cordero sin mancha fue cubierto de heridas por culpa de tus palabras vanas, ociosas y engañadoras; fue traspasado por tus irreverencias y distracciones en la oración; "Él fue contado entre los malhechores"(5) para expiar tus celos, tu vanidad, tu orgullo, y tus difamaciones. Finalmente, "Él ha soportado en Su Cuerpo"(6) el castigo debido incluso por tus culpas veniales.


Con cada uno de tus pecados veniales has añadido nuevos tormentos a la pasión y los sufrimientos de Jesucristo; has cometido un crimen por el que este adorable Salvador fue atado, encadenado, azotado coronado de espinas -un crimen, en fin, que, combinado con el pecado mortal, consumó un horrible deicidio en la cruz. ¿Cómo, ¡oh alma infeliz! contemplas las consecuencias de tu pecado, pero sin embargo no lo detestas? Ni tampoco tienes el corazón deshecho de dolor, señal de que es más duro que las rocas que se partieron a la muerte del Salvador.


(1) Apoc. 5,8. (2) Isaías 33,7. (3) Isaías 53,5. (4) 1 Cor. 15,3. (5) Isaías 53,12. (6) 1 Pedro 2,24.

Continuará...