Capellán de la Universidad de Fordham.
Hemos visto entre nosotros en nuestra época a unos pocos hombres llamados modernistas. Enamorados del amor a la novedad y al falso progreso en la doctrina, buscaron derrocar toda verdad religiosa y descartar toda la sabiduría tradicional que es la preciosa herencia de la raza humana.
Su objetivo era revolucionar radicalmente la Iglesia católica y cambiarla para adaptarla a las siempre cambiantes locuras religiosas de nuestra época.
Habrían cambiado todas nuestras ideas sobre la Iglesia, los sacerdotes, los obispos, el Papa, los sacramentos, las Escrituras, la tradición, los santos, Cristo, Dios, la verdad, la falsedad, el bien y el mal, cuya existencia misma negaban o dudaban.
Y algunos de sus líderes habrían condescendido a hacer las paces con la Iglesia católica bajo la simple condición de que la Iglesia católica les entregara a sus teólogos, llamados por ellos "dogmáticos". Y esta simple condición, interpretada, significa: El falso profeta, o el lobo rapaz disfrazado de oveja, condescendería a hacer las paces con los pastores y las ovejas, si estas últimas consintieran en despedir, amordazar o poner bozal a sus perros guardianes.