El que tiene verdadero amor a la patria es honrado, noble y generoso, incapaz por lo mismo de mancharse con un crimen ó una traición. Dará con gusto su sangre por la patria, se sacrificará por ella, pero no cometerá una bajeza, porque sabe que la patria no necesita ni exige tales sacrificios.
Por último, nada hay mas peligroso para la misma patria que afirmar que todo es lícito y laudable por amor a ella. Esto es ciertamente alentar lo motines, las ambiciones, las conspiraciones, y lo que peor, el fanatismo de los clubs y la audacia de las masas. Porque es bien sabido que en todas las revueltas se invoca el patriotismo; este sentimiento sagrado se explota de un modo indigno para sublevar a los pueblos; y en último extremo, en nombre del patriotismo, pierde la patria el orden y la tranquilidad.