François-Xavier de Feller S.J.
1773
Catecismo filosófico
Observaciones en defensa de la religión católica contra sus enemigos.
Con notas del
Cardenal Pedro Inguanzo Rivero
1827
Cardenal Pedro Inguanzo Rivero
1827
P. ¿Pues la autoridad eclesiástica no ha condenado algunas opiniones, que después se han reconocido por verdaderas, como, por ejemplo, la existencia de los Antípodas, el movimiento de la tierra, &c.?
R. Si cada vez que se ha repetido esta objeción, hubiera tomado un grado solo de prueba, serían ya tantos, que no se la podría contestar. Su desgracia es, que a pesar de tales y tantas repeticiones, está demostrado por la Historia, que en el caso de Virgilio de Salzburgo no se trataba de Antípodas (1), sino de la pluralidad de mundos, que efectivamente es una opinión bien frívola, por no decir más, y mal recibida por los Cristianos ilustrados: por otra parte es seguro que no hubo sentencia alguna de condenación contra Virgilio.
Por lo que hace al movimiento de la tierra, injustamente han querido algunos escritores comprometer la autoridad de la santa Sede, é introducido en ella la cuestión de la infalibilidad del Romano Pontífice. Aquí no hubo Bula ni Breve alguno de su Santidad; fue un asunto, que se examinó en el tribunal del Santo Oficio, y cuya sentencia no se publicó sino en Roma; pero que se debe respetar ínterin que la verdad de la opinión que se prohibió defender como tesis, no esté demostrada (*).= El arrojo y temeridad de estos forjadores de sistemas, que envanecidos por haber hecho alguno que otro descubrimiento, han sido los límites de sus conocimientos para impugnar verdades incontestables, obligan a los depositarios de la fe a velar con más cuidado, a estar sobre aviso (**), y desconfiar de aquellas opiniones brillantes, que se apoderan, digámoslo así, de la enseñanza pública, y sojuzgan y arrastran sin advertirlo a quien las escucha a nuevos modos de pensar (2).
Y a la verdad, ¿ no sería una felicidad para el mundo, si la autoridad de la Iglesia pudiese curar todos los delirios filosóficos que han desolado la Religión, corrompido las costumbres, y trastornado ó conmovido la constitución de todos los pueblos y naciones? Aun dado caso que la vigilancia de los Pastores proscribiese algunas verdades indiferentes, envueltas y confundidas entre un montón de errores monstruosos, ¿ acaso semejante desventura sería digna ó merecería llorarse por personas racionalmente celosas de los adelantamientos de las ciencias (3)?
(1). Véase una preciosa disertación sobre esta materia en las Memorias de Trevoux, enero de 1708, p. 136. La justificación de san Agustín, ibid. febrero, pág. 299. Muratori (de Moderation ingen. 1. 1, c. 21) no parece muy enterado en este particular. Igualmente se engaña Berti en su Compendio de Historia Ecl.-El sabio autor de las Investigaciones sobre el origen de los descubrimientos atribuidos a los modernos, ha hecho la misma observación que los Diaristas de Trevoux. "Yo no hablo aquí, dice, de la condenación del obispo Virgilio por el Papa Zacarías, por haber enseñado que había Antípodas, porque se han engañado en el hecho; pues el Papa Zacarías no hablaba en la Carta a Bonifacio sobre este punto, sino de los que sostenían que había otro mundo distinto del nuestro, otro sol, otra luna." (t. 1. p. 204).
(*) Manifiesta no menos ignorancia que mala fe, quien se atreve hoy a culpar al tribunal de la santa Inquisición sobre su procedimiento con Galileo si en alguna causa se puede decir se ha llevado hasta el extremo la condescendencia, es esta; y el mismo Galileo sea el juez de ello. En las Cartas filosóficas (y verdaderamente filosóficas) a M... sobre diversos asuntos de moral y literatura, publicadas el año 1825 por Mr. Pougens, en todo el gusto de los impíos, en la que da por Apéndice sobre la vida y obras de Galileo, la fuerza de la verdad hizo tomar a este filósofo la defensa del Santo Oficio contra este hombre célebre de ella resulta de hechos citados por autor tan irrecusable, 1.° que en el primer juicio contra Galileo se tuvo la atención de no nombrarlo, ni a sus obras: 2.º que Galileo en todo tiempo fue tratado con distinción, y muchos miramientos, así por sus jueces, como por el Papa mismo: 3.° que en el segundo juicio la condenación del Santo Oficio recayó únicamente sobre las explicaciones que Galileo había dado de diversos textos de la Escritura, para acomodarlos a su sistema, aunque justamente se le hubiese prohibido el publicarlos: 4. y en fin, que el horrible calabozo, en que fue implacablemente encerrado durante el espacio de muchos años, fue primero... la casa del embajador de Toscana; después... el palacio del Arzobispo de Sena, su amigo; después en fin... su misma casa de Belvedere, cerca de Florencia, su patria, donde se respiraba un aire bien sano.
Así un amigo de los filósofos: ¿pues por qué siempre se reproducen las mismas quejas sin atención ni respeto alguno a la verdad? Tendremos ocasión acaso de hablar sobre el particular más detenidamente: véase en el ínterin el Berault Berscastel Hist. eccl.
(**) Es tanto más necesario esto, cuanto que en las cuestiones más indiferentes suelen mezclar máximas, é ideas impías: en las gacetas de Madrid durante la invasión francesa, en un art. sobre la inoculación de las viruelas, con el objeto ó pretexto de persuadir a ella, en un rasgo, y con toda seguridad quitaron del medio el milagro del ciego de nacimiento; Jesucristo, decía el impío redactor de aquel art., para curar al ciego de nacimiento, pudo valerse de su omnipotencia, pero quiso más bien hacerlo con un colirio. Richerand también, hablando de los asfixiados, a quienes se les hace volver en sí introduciéndoles aire nuevo en los pulmones; así dice (como quien no hace nada), como Eliseo resucitó al hijo de la Sunamitis, &c. Son sagaces los filósofos para propalar el error, y la persona impregnada de alguno con dificultad hay obra, por más indiferente que sea, donde no lo vierta, y deje caer como por descuido.
(2) AEneid. 1. Res dura, et regni novitas me talia cogunt. Moliri, et late fines custode tueri. Véase justificado este procedimiento de los pastores en el Muratori De moderat, ingen, in religion. negot. l. 1. c. 24. Non pravus est zelus, &c.
(3) No se puede negar que este zelo no sea hoy excesivo y mal dirigido. No se hallan palabras para elogiar dignamente a un Soberano que favorece las ciencias y las artes se le representa como un astro benéfico nacido para iluminar el universo, y desterrar para siempre el mal gusto, las preocupaciones, y los errores. No vituperamos estas disposiciones, al contrario las deseamos en todos los Soberanos; pero para ser consiguientes, se debería advertir, que si él cree que hay un Dios, una Religión, un Evangelio, la primera atención debería ser hacia estas grandes, necesarias, y primeras verdades. ¿Es acaso de mayor importancia para una nación o reino tener filosofía, que tener la verdadera fe? Será de ત mayor deshonor para un Estado explicar mal los fenómenos de la naturaleza, que ver adorados en él los Dioses ridículos del Paganismo? o lo que es aún peor, ver enseñar allí la irreligión y el Ateísmo.
DE LA IGLESIA SABÍAN QUE
LA TIERRA ES REDONDA
Cardenales
Thomas Gousset y Antolín Monescillo
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DICCIONARIO DE TEOLOGÍA DEL ABATE BERGIER
AMPLIADO POR EL CARDENAL GOUSSET
y enriquecido bajo la dirección de
Monseñor Antolín Monescillo
"Conviene en que los antiguos filósofos negaron la asistencia de los antípodas lo mismo que los Padres de la Iglesia; estos últimos no estaban obligados a ser mas hábiles en cosmografía que los filósofos de su siglo. No obstante Filopono, que vivía a fines del VI siglo, ha demostrado en su libro de mundi creat. l. 5- -c. 13, que S. Basilio, S. Gregorio de Nisa, S. Gregorio Nacianceno, S. Alanasio y LA MAYOR PARTE DE LOS PADRES DE LA IGLESIA SABÍAN QUE LA TIERRA ES REDONDA.
También se habla de los antipodas en S. Hilario, In. Ps. 2, n. 23; en Orígenes, l. 2, de Princip, c. 3; en S. Clemente Papa, Epist. 1. ad Cor., n. 20. Véan-se las notas. No es pues cierto que en general, los escritores eclesiásticos hayan estado equivocados sobre los antípodas hasta el siglo XV, como han supuesto algunos autores (1)."
Fin de la cita.
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NOTA: Bergier era un teólogo Galicano, la teología galicana discrepa en cuestiones sobre la Jurisdicción, la Iglesia y el Papado, esta teología fue superada en el Concilio Vaticano de 1869-1870 con el Dogma de la Infalibilidad del Papa decretada en Pastor Aeternus y la teología de la jurisdicción inmediata superada en Mystici Corporis Christi del Sumo Pontífice Pío XII sobre la jurisdicción ordinaria del Obispo a través del Papa (mediata).
La Enciclopedia editada por el Padre Ramón García Cónsul es la original, por tanto para leerla hay que tener conocimientos para saber descartar lo que quedó condenado y superado de la teología Galicana, la edición anotada por el Padre Antolín Monescillo (Después Obispo y Cardenal) corrige el galicanismo pese a ser también anterior al Concilio Vaticano.
Esta Enciclopedia NO esta en el Index.
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RELACIONADO
A RAZÓN DE LA HIPÓTESIS COPERNICANA/GALILEO, SI ESTÁ O NO CONDENADA COMO HEREJÍA POR LA SANTA MADRE IGLESIA
NO, NO ESTÁ CONDENADA
Diccionario de Ciencias Eclesiásticas
"Pero lo que conviene tener muy presente, y confirma lo que hemos expuesto, es que la condenación de aquel sistema no fue tan absoluta y rigurosa que no dejase abierta de parte de Roma, la más amplia tolerancia. Y precisamente el clero fue quien primero supo aprovecharse de ella. Así vemos que, no obstante la prohibición de la Inquisición, y poco después de la condenación de Galileo, defendían el sistema de Copérnico en Francia, el presbítero Gassendi, el Padre Merssenes, Descartes y el conde de Noailles, aunque el decreto del Parlamento les impedía expresarse con toda libertad. En 1645, el astrónomo Ismael Baullian, sacerdote del Oratorio, expuso y defendió aquel sistema como el solo verdadero: y más tarde opinanaron lo mismo el P. Malebranche, Fenelon y el sábio expositor benedictino Dom. Calmet. En Italia mismo, en 1644, Andrés Argoli de Pádua; en 1656, el autor de la Demostracion de las necedades de Dubois, en sus ataques contra la hipotesis de Copérnico y de Descartes sobre el movimiento de la tierra; en 1666, Borelli, en Florencia, que preparó el atraccion; y en 1669, el P. Esteban de los gran descubrimiento de Newton, sobre la Ángeles, religioso Jesuato, uno de los sucesores de Galileo en la cátedra de matemáticas de Padua, defendieron el nuevo sistema, sin ser molestados por nadie. Esta tolerancia fue después confirmada por una decisión formal de la Congragación del Índice, en tiempo de Benedicto XIV.
Esto prueba también que aquel sistema no fue tenido seriamente como una herejía sino por la apreciación de un tribunal particular, más no de la Iglesia.
Importa mucho aclarar esto, insistiendo en que la condenación no fue hecha por la Iglesia ni por el Papa. Ni Paulo V, ni Urbano VIII firmaron la sentencia de la Inquisición, ni después la ratificaron públicamente. Aunque como doctores particulares opinasen que dicho sistema era inconciliable con la Sagrada Escritura, sin embargo, como Soberanos Pontífices, jamás pronunciaron en nombre de la Iglesia, ó sea excathedra, que dicho sistema era herético y contrario a la Biblia, lo cual seria preciso para atacar su infalibilidad. Solo la Congregación de Cardenales ó la Inquisición como falible, es la responsable de aquella decisión. ¿Y no es glorioso para este tribunal, que solo pueda echársele en cara un error, y esté fatalmente impuesto por el espíritu de su época?"
Nota mía: Destacar en este texto, como diferencia al doctor privado del Soberano Pontífice.
ARTÍCULO COMPLETO
Diccionario de Ciencias Eclesiásticas
https://www.google.com/books/edition/Diccionario_de_ciencias_%C3%A9clesi%C3%A1sticas/3hZJAQAAMAAJ?hl=es&gbpv=1
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Fray Pedro Gual
Misionero franciscano (OFM), Sacerdote, escritor, comisario, lector de Sagrada Teología, definidor general de la Orden Franciscana, representante del Arzobispo de Lima en el Concilio Vaticano I
“La columna más firme de toda la América del sur”
El decreto de la congregación del Santo Oficio bajo Urbano VIII, que ha citado A. Peyrat en el periódico La Presse, por el que se condena ese sistema como falso, herético y contrario a las santas Escrituras, adolece de apócrifo o adulterado.
[...] La Iglesia no condenó jamás como herética la doctrina de Copérnico y de Galileo, aun en aquellos tiempos en los cuales tal opinión se creía comúnmente contraria á la santa Escritura, nos hace conocer con cuanta cautela ella proceda en sus solemnes decisiones.
[...]que en sus defensas no se trató del fondo de su sistema, sino siempre de su pretendida conciliación con la Biblia; y solo le censuran, aun sus mayores amigos, su imprudencia y arrogancia.
El Equilibrio entre las dos potestades
https://www.google.de/books/edition/El_Equilibrio_entre_las_dos_potestades/JttQAAAAcAAJ?hl=es&gbpv=0
https://www.google.de/books/edition/El_Equilibrio_entre_las_dos_potestades/JttQAAAAcAAJ?hl=es&gbpv=0
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S.S.Pío XII
Discurso a la Academia Pontificia de Ciencias
L'Osserv. Rom., 23-XI-51.
Cuán diverso y cuánto más fiel reflejo de inmensas visiones es, por el contrario, el lenguaje de un moderno científico de primer orden, sir Edmund Whittaker, académico pontifico, cuando habla de las anteriormente indicadas investigaciones sobre la edad del mundo: «Estos diferentes cálculos llevan a la conclusión de que hubo una época, hace x años, antes de la cual el cosmos, si existía, existía de una forma totalmente diversa de cuanto podemos imaginar: de manera que esta época representa el último limite de la ciencia. Podemos quizá referirnos a ella, sin impropiedad, como a la época de la creación. Ella proporciona un fondo concorde con la visión del mundo sugerida por la evidencia geológica, de que todo organismo existente sobre la tierra ha tenido principio en tiempo. Si este resultado se viese confirmado por futuras investigaciones, podría llegar a ser considerado como el más importante descubrimiento de nuestra época, ya que representa un cambio fundamental en la concepción científica del universo, semejante al efectuado hace cuatro siglos por Copérnico» (Space and Spirit, 1946, páginas 118-119).
DISCURSO DE S.S.PÍO XII COMPLETO:
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RELACIONADO
P. Francisco Javier Feller S.J.
Catecismo filosófico
Observaciones en defensa de la religión católica contra sus enemigos.
El movimiento de la tierra no contradice al Génesis, ni al de Josué, 302.
La opinión del movimiento de la tierra ha sido condenada por la Iglesia? 381.
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LA IGLESIA ROMANA VINDICADA CONTRA LAS ACUSACIONES DE SUS ENEMIGOS,
CON OCASIÓN DE LA CÉLEBRE CAUSA DE GALILEO
CON OCASIÓN DE LA CÉLEBRE CAUSA DE GALILEO
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Fray Juan de Pineda
Escritor, teólogo y filósofo franciscano (OFM)
Medina del Campo (Valladolid), c. 1520 – 1599.
En las luminarias celestiales mostró Dios este misterio monárquico poniendo al sol en medio del mundo para que con su claridad lo alumbre todo y para que dondequiera que estuviere sea día y donde no alcanzare su claridad sea noche, por más claridad que despidan de sí las otras luminarias que reciben su luz de la del sol, teniendo poca de su cosecha natural. Quince cascos componen a todo el universo y el sol está en el de en medio para nos significar y enseñar que el buen gobernador y el buen prelado deben estar en medio de sus súbditos, sin se acostar a los unos más que a los otros, sino ayudar y alumbrar igualmente a todos según que proporcionadamente lo requiere la razón, porque como no todas las estrellas reciben la claridad por igualdad, sino come cumple al universo, así ni los inferiores del Rey ni los del Papa deben ser iguales unos con otros para recibir los favores de su cabeza.
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Un servidor es geocentrista.
«Sabemos que la diferencia entre una teoría heliocéntrica y una teoría geocéntrica es sólo un movimiento relativo, y que esa diferencia no tiene ningún significado físico.»
Cosmólogo Fred Hoyle
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EL CASO GALILEO
CONDENADO POR MAL TEÓLOGO, NO POR ASTRÓNOMO
https://www.youtube.com/watch?v=waIdnoNL4aI
DICCIONARIO ENCICLOPÉDICO DE TEOLOGÍA
Nicolás Silvestre Bergier
Uno de los principales hechos que alegan para probar que el cristianismo es enemigo de las ciencias, es la pretendida persecución que sufrió Galileo por sus descubrimientos astronómicos, y haber sido condenado en la inquisición de Roma. Por fortuna está hoy probado por las cartas de Guichardin y del marqués Nicolini, embajadores de Florencia, amigos, discípulos y protectores de Galileo; por las cartas manuscritas y obras de Galileo mismo, que desde un siglo á esta parte se está engañando al público sobre este hecho. El citado filósofo no fue perseguido como buen astrónomo, sino como mal teólogo, por haber querido mezclarse en explicar la Biblia. Sus descubrimientos le suscitaron sin duda enemigos celosos; pero su empeño en conciliar la Biblia con Copérnico fue lo que le hizo ser juzgado; y solo su petulancia fue la causa de sus pesares. En aquella misma época vivían el Taso, Ariosto, Maquiabelo, Bembo, Torriceli, Guichardin, Fra-Paolo, etc.; por consiguiente, el siglo de Galileo no fue un siglo bárbaro para la Italia.
En 1611, durante su primer viaje á Roma, fue Galileo admitido y colmado de honores por los cardenales y grandes señores á quienes mostró sus descubrimientos: volvió á Roma en 1615, y su sola presencia bastó para desconcertar las acusaciones que contra él se habían formado. El cardenal del Monte, y varios miembros del Santo Oficio, le trazaron el círculo de prudencia á que debía reducirse; pero su ardor y su vanidad le han hecho salir de sus límites. “Él exigió, dice Guichardin en sus oficios de 4 de marzo de 1616, que el Papa y el Santo Oficio declarasen que el sistema de Copérnico estaba fundado sobre la Biblia." Escribió memorias sobre memorias: cansado de sus instancias Paulo v, decretó que esta controversia se juzgase en una congregación. "Galileo, añade Guichardin, siguió todo este asunto con una exaltación extrema, haciendo más caso de su opinión que de la de sus amigos, etc." Llamado nuevamente á Florencia, dice él mismo las siguientes palabras, extractadas de sus Cartas: "La Congregación solamente se ha servido declarar que el sistema del movimiento de la tierra no concuerda con la Biblia, en cuyo decreto no estoy yo personalmente interesado." Antes de su marcha tuvo una audiencia benigna con su Santidad; y Belarmino solo le prohibió, en nombre de la Santa Sede, volver á hablar sobre la pretendida concordancia entre la Biblia y Copérnico, sin prohibirle ninguna hipótesis
astronómica.
En 1632, siendo Pontífice Urbano VIII, imprimió Galileo sus célebres diálogos Delle due massime sisteme del mondo, con un permiso y aprobación suplantados, aunque nadie se atrevió á reclamar; é hizo que volviesen á aparecer sus Memorias escritas en 1616, en las que hacía los mayores esfuerzos para reducir á cuestión dogmática la rotación del globo terráqueo sobre su eje. Dicen que los jesuitas excitaron contra él la cólera del Papa. "Es preciso, dice el marqués de Nicolini en sus oficios de 5 de setiembre de 1632, tratar con benignidad y dulzura este negocio: si el Papa se ofende, todo está perdido; y es forzoso no disputar, ni amenazar, ni menos insultar." Esto es lo que hacía Galileo.
Él fue citado á Roma, donde llegó el 3 de febrero de 1633. No se le metió en la inquisición, sino en el palacio del enviado de Toscana; y un mes después se le puso, no en las cárceles de la inquisición, como muchos aseguran, sino en el pabellón del Fiscal, con facultad de tratar con el embajador, de pasearse, y de enviar fuera á su criado. Después de 18 días de detención en la Minerva, fue restituido al palacio de Toscana. En sus defensas no se trató del fondo de su sistema, sino siempre de su pretendida conciliación con la Biblia. Después de haberse dado la sentencia, y retractádose sobre el punto en cuestión, se le dio libertad para restituirse a su patria.
El año siguiente de 1633 escribió a su discípulo el P. Receneri las siguientes palabras: "Me alojaron en el delicioso palacio de la Trinidad del monte.... Cuando llegué al santo oficio, me invitaron con el mayor decoro á que hiciese mi apología dos padres dominicos.... Se me obligó a retractar mi opinión como buen católico. (Ya se dijo sobre qué opinión se le obligó á retractarse). Para castigarme se me han prohibido los diálogos, y despachado con libertad de volverme á mi casa después de haberme estado cinco meses en Roma. Como había peste en Florencia, se me señaló para mi habitación el palacio de mi mejor amigo monseñor Piccolomini, arzobispo de Siena (*), donde gocé de una completa tranquilidad. En el día estoy en mi aldea de Arcetre, donde respiro el aire puro de mi patria querida.” (Véase el Mercurio de Francia de 17 de julio de 1784, núm. 29.)
Sin embargo, muchos autores, singularmente los protestantes, escribieron que Galileo fuera perseguido y arrestado por haber sostenido que la tierra gira en torno del sol, y que este sistema fue condenado por la inquisición, como falso, erróneo y contrario a la Biblia, etc. Esto mismo se repite ó se asegura en muchos diccionarios históricos: nuestros incrédulos modernos lo afirmaron unos tras otros, y á pesar de las irrefragables pruebas de lo contrario, lo repetirán hasta el fin de los siglos. De este modo trabajan los filósofos en el adelantamiento de las ciencias.
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