Nació en la Campania, hijo del Cónsul Petronio.
Es célebre en la historia eclesiástica por la famosa cuestión de la herejía monotelita, en la que su persona y su memoria quedaron envueltas.
En Oriente, para atraer a la unión a los monofisitas, se admitió una fórmula absurda de conciliación: despues de admitir las dos naturalezas en Cristo, se afirmó que una sola naturaleza operaba en El, la divina, permaneciendo la naturaleza humana completamente inerte.
Sergie, patriarca de Constantinopla, fue al parecer su inventor y con toda seguridad su más firme defensor, atrayendo a su órbita al emperador Heraclio y a muchos obispos de Oriente. Encontró un firme opositor en el monje de Palestina y luego patriarca de Jerusalén, Sofronio, que hizo cuanto estuvo a su alcance para que cesase la nueva herejía, y viendo inútiles sus esfuerzos se dirigió a Honorio para denunciar el error. Mas Sergio lo preveyó, y con una carta capciosa en la que atribuía la herejía a Heraclio, presentó el problema como una simple cuestión de palabras por la que no convenía poner en peligro la paz de la Iglesia y la unión con los monofisitas. Honorio, antes de recibir las cartas de Sofronio, por el bien y la paz de la Iglesia escribió dos veces a Sergio acogiendo, al parecer, su argumentación. Fue ésta una gran victoria para Sergio y sus secuaces, pues abusando de las cartas del Papa, trabajaron con mayor afán en la difusión del monotelismo. Esta cuestión continuó bajo los sucesores de Honorio, y terminó con la condenación del error en el concilio de Constantinopla, el tercero aprobado por el papa León II.
Hay que decir, sin embargo, que si Honorio fue digno de censura por la imprevisión de que dió muestras en su modo de proceder, no se le debe acusar, como se ha hecho, de herejía. Creyó que era sólo una cuestión de palabras, y en las famosas cartas, si bien no se explica con segura precisión, admite la acción de las dos naturalezas en Cristo como enseña la doctrina católica.
La condenación del concilio de Constantinopla está bien explicada con las mismas palabras que dicen que "no extinguió, como correspondía a la autoridad apostólica, la incipiente herejía, sino que más bien la favoreció en cierto sentido con su imprevisión (negligendo confovit)".
Por lo demás, este Papa dejó un buen recuerdo, y bajo su pontificado se predicó el evangelio en Flandes, Alemania y Eslavonia, y en la misma China apareció la primera luz de la fe (636).
En Roma restauró los edificios sagrados y profanos. Fue sepultado en San Pedro. Bajo este pontificado tuvieron lugar los concilios cuarto, quinto y sexto de Toledo en los respectivos años de 633, 636 y 638.
Los Papas, desde San Pedro hasta Pío XII
Giuseppe Arienti
Con Licencia Eclesiástica 1945
