VACANTIS APOSTOLICAE SEDIS

"Quod si ex Ecclesiae voluntate et praescripto eadem aliquando fuerit necessaria ad valorem quoque." "Ipsum Suprema Nostra auctoritate nullum et irritum declaramus."

A PESAR DE SU ERROR ACCIDENTAL, SE HALLAN EN EL REDIL DE CRISTO



R.P. Jean-Vincent Bainvel S.J.

Ingresó en la Compañía de Jesús en 1877, fue ordenado sacerdote en 1889.
Profesor de teología fundamental en el Instituto Católico de París desde 1900.
Decano de la Facultad de Teología del Instituto Católico de París de 1913 a 1925.



b) Esta teoría se completa por la distinción del hecho y del deseo "Se ha dicho que, para ser salvado se debe pertenecer a la Iglesia; pero que no es necesario pertenecer a ella de hecho, re; basta tener el deseo de pertenecer a ella, de corazón, voto.

¿Cómo puede explicarse este deseo y qué realidad debe atribuírsele? Efectivamente, la cosa, a primera vista parece imposible, porque nadie puede desear lo que ignora, y las almas de que hablamos se hallan, por hipótesis, en la ignorancia invencible de la Iglesia o, cuanto menos, en la ignorancia invencible de sus títulos como única sociedad de salvación. Otra vez interviene aquí esta idea de intención divina y de realidad objetiva de las cosas de que hablábamos ahora mismo. Pero falta explicar la parte subjetiva de cada alma para entrar en esas realidades providenciales.

Bajo la influencia directa de Dios, el alma une su inteligencia a la verdad divina por la adhesión a lo que le ha sido manifestado ella une su voluntad a la voluntad divina para querer lo mismo que Dios quiere, para hacer lo que él manda, para obrar, en una palabra, según la luz de su conciencia. Esta luz es muy imperfecta; pero, en este caso, la voluntad va más lejos que la inteligencia: queriendo lo que Dios quiere, por esta unión de voluntad, entra plenamente en él, en todas sus miradas, en todos sus deseos. No tiene más que un descol conocer la voluntad de Dios para cumplirla. Este deseo, como se ve, es inherente al mismo acto de caridad.

En el caso presente, este deseo implica el de pertenecer a la Iglesia a medida de lo posible. El alma que quiere vivir de la vida divina, por lo mismo quiere vivir en el medio normal en que circula esta vida divina, allí donde actúe, como su propia esfera de acción, la influencia del Espíritu Santo. Ella quiere, pues, implícitamente, pertenecer al mismo cuerpo de la Iglesia. El deseo no es más que implícito, ya que el deseo explícito supondría ya conocida la Iglesia, y conocida como única sociedad de salvación. Pero, en este deseo implícito hay todo cuanto habría realmente en el mismo deseo explícito, ya que los límites de une como los del otro son determinados únicamente por la voluntad divina y la adhesión del alma a esa voluntad.

Se comprende ahora que se pueda pertenecer de corazón a la Iglesia sin sospechar siquiera que una Iglesia exista. Falta explicar cómo este deseo puede equivaler a la realidad.

Esta equivalencia no existe bajo el punto de vista humano. Mas, al considerarlo atentamente, vemos que el mismo deseo le es desconocido. A quien lo conociera, la equivalencia lo descubriría de pronto, por lo menos en su esencia. ¿No es lo que nosotros reconocemos espontánea- mente en nuestros hermanos separados, entre los anglicanos, por ejem- plo, o entre los rusos ortodoxos cuando los vemos unidos a Cristo por la fe y por las obras de la fe, pero en la ignorancia invencible de los derechos exclusivos de la Iglesia romana? Estas son las ovejas fieles, perdidas, sin sospecharlo, en un rebaño extraño; pero nosotros nos las miraremos como pertenecientes, en el fondo, al verdadero rebaño de Cristo, ya que, de corazón, y a pesar de su error accidental, se hallan en el redil de Cristo. Lo mismo sucede, guardando las debidas distancias, a los que viven ajenos a toda relación visible con el Cristo o con alguna de las sectas cristianas.

Y con mucha mayor razón es así mismo a la vista de Dios.

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“Fuera de la Iglesia no hay salvación”: dogma y teología
Jean Vicente Bainvel · 1913

De Etudes.

R. BERINGER
REPERTORIO UNIVERSAL DEL PREDICADOR
XVIII
La Iglesia y el Papado
TRADUCCIÓN ESPAÑOLA POR EL RDO. JOSÉ SELVA, PBRO.

NIHIL OBSTAT: El censor
Agustín Mas Folch, C. O. 22 agosto 1932
IMPRIMASE: MANUEL, obispo de Barcelona
Por mandato de S. E. I. Dr. Ramón Baucells Serra
Canc. Scrio.

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