S.S. Pío IX
Alocución a una diputación católica internacional,
7 de marzo de 1873;
Enseñanzas Papales: La Iglesia , pág. 238, n. 420.
Tal era la fe de Pedro; tal debe ser la nuestra. La fe fue la característica más fuerte del Príncipe de los Apóstoles. Esto fue lo que le hizo responder a Cristo: Tu es Christus Filius Dei vivi , “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo”; esto fue lo que le ganó el título de bienaventurado : Beatus es, Simon Bar-Jona, quia caro et sanguis non revelavit tibi : Bienaventurado eres, porque ni carne ni sangre ha puesto en tus labios la confesión de mi divinidad, sino porque es mi Padre eterno quien te la ha revelado desde el cielo: quia caro et sanguis non revelavit tibi, sed Pater meus qui in coelis est [Mt 16:16-17]. De aquí proviene la orden que establece a Pedro como fundamento de la Iglesia.
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(Porque) sabéis que el Señor proclama en el Evangelio: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti al Padre que tu fe no falte; y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos [Lc 22:31-32].
Considerad, amados, que la Verdad no pudo mentir, ni la fe de Pedro podrá ser sacudida o cambiada para siempre. Porque aunque el diablo quiso zarandear a todos los discípulos, el Señor testifica que Él mismo pidió a Pedro solo y quiso que los demás fueran confirmados por Él; y también a él, en consideración al amor mayor que mostró al Señor antes que a los demás, le fue encomendado el cuidado de apacentar las ovejas [cf. Jn 21, 15ss.]; y a él también le entregó las llaves del reino de los cielos, y sobre él prometió edificar su Iglesia, y testificó que las puertas del infierno no prevalecerían contra ella [cf. Mt 16, 16ss.]. Pero, porque el enemigo del género humano, hasta el fin del mundo, no se abstiene de sembrar cizaña [Mt 13:25] sobre la buena semilla en la Iglesia del Señor, y por tanto, para que por ventura nadie con celo maligno, por instigación del diablo, presuma de hacer algunas alteraciones y sacar conclusiones respecto a la integridad de la fe —y (para que) por razón de esto vuestras mentes tal vez parezcan perturbadas, hemos juzgado necesario por medio de nuestra presente epístola exhortaros con lágrimas a que volváis al corazón de vuestra madre la Iglesia, y enviaros satisfacción respecto a la integridad de la fe....
Que aquella falsa asamblea, que sin la Sede Apostólica… se celebró contra las tradiciones de los venerables padres contra las imágenes divinas, sea declarada anatema en presencia de nuestros delegados, y que se cumpla la palabra de nuestro Señor Jesucristo, que “las puertas del infierno no prevalecerán contra ella” (Mt. 16:18); y otra vez: “Tú eres Pedro…” (Mt. 16:18-19), cuyo trono ocupando el primer lugar en todo el mundo brilla y mantiene su lugar como la cabeza de toda la Iglesia de Dios.
S.S. Vigilio I
Segundo Concilio de Constantinopla
Habiendo tratado estos asuntos con minuciosa exactitud, tenemos presente lo que fue prometido acerca de la santa iglesia y de aquel que dijo que las puertas del infierno no prevalecerán contra ella (por esto entendemos las lenguas mortíferas de los herejes); también tenemos presente lo que fue profetizado acerca de la iglesia por Oseas cuando dijo: Te desposaré conmigo en fidelidad y conocerás al Señor; y contamos junto con el diablo, el padre de la mentira, las lenguas incontroladas de los herejes y sus escritos heréticos, junto con los herejes mismos que han persistido en su herejía hasta la muerte.
Carta Apostólica In Terra Pax ; Denz. 351
La Santa Iglesia, edificada sobre una roca, que es Cristo, y sobre Pedro o Cefas, el hijo de Juan, que primero se llamó Simón, porque por las puertas del infierno, es decir, por las disputas de los herejes que conducen a la destrucción a los vanos, nunca sería vencida; por eso la Verdad misma promete, por medio de quien son verdaderas, todo lo que es verdadero: “Las puertas del infierno no prevalecerán contra ella” [Mt 16,18]. El mismo Hijo declara que obtuvo el efecto de esta promesa del Padre por medio de las oraciones, diciendo a Pedro: “Simón, ahí está Satanás, etc.” [Lc 23,31]. Por lo tanto, ¿habrá alguien tan necio que se atreva a considerar su oración como en algo vana, si el querer es poder? Por la Sede del jefe de los Apóstoles, es decir, por la Iglesia Romana, por el mismo Pedro, así como por sus sucesores, ¿no han sido desaprobados, rechazados y vencidos los comentarios de todos los herejes, y no han sido fortalecidos los corazones de los hermanos en la fe de Pedro, que hasta ahora no ha fallado ni hasta el fin fallará?
Así, pues, este don de la verdad y de una fe infalible fue divinamente conferido a Pedro y a sus sucesores en esta cátedra, para que pudieran administrar su alto deber para la salvación de todos; para que todo el rebaño de Cristo, apartado por ellos del alimento venenoso del error, pudiera ser nutrido con el sustento de la doctrina celestial, para que con la ocasión del cisma eliminada, toda la Iglesia pudiera ser salvada como una, y confiando en su fundamento pudiera permanecer firme contra las puertas del infierno.
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S.S. Pío VII
Encíclica Diu Satis , n. 6
De estos acontecimientos se deduce que todos los intentos de destruir la «Casa de Dios» son vanos, pues ésta es la Iglesia fundada sobre Pedro, «Roca», no sólo de nombre, sino en verdad. Contra ella «las puertas del infierno no prevalecerán» (Mt 16,18), «porque está fundada sobre una roca» (Mt 7,25; Lc 6,48). Nunca ha habido un enemigo de la religión cristiana que no estuviera simultáneamente en guerra perversa con la Sede de Pedro, pues mientras esta Sede se mantuvo fuerte, la supervivencia de la religión cristiana estaba asegurada. Como proclama abiertamente San Ireneo a todos, «por el orden y la sucesión de los Romanos Pontífices ha llegado hasta nosotros la tradición de los Apóstoles en la Iglesia y la proclamación de la verdad. Y esto es la demostración más plena de que es una y la misma fe vivificante la que se ha conservado en la Iglesia hasta ahora desde el tiempo de los Apóstoles y se ha transmitido en verdad» [ Adversus haereses , libro 10]. 3, cap. 3].
Esta cátedra [de Pedro] es el centro de la verdad y de la unidad católica, es decir, la cabeza, la madre y la maestra de todas las Iglesias, a la que se debe rendir todo honor y obediencia. Toda iglesia debe estar de acuerdo con ella por su mayor preeminencia, es decir, por aquellas personas que son fieles en todos los aspectos…
Ahora bien, sabéis bien que los enemigos más acérrimos de la religión católica han hecho siempre una guerra feroz, pero sin éxito, contra esta Cátedra; no ignoran en absoluto que la religión misma no puede tambalearse ni caer mientras permanezca intacta esta Cátedra, la Cátedra que reposa sobre la roca que las orgullosas puertas del infierno no pueden derribar y en la que se encuentra la solidez total y perfecta de la religión cristiana. Por eso, a causa de vuestra fe especial en la Iglesia y de vuestra piedad especial hacia la misma Cátedra de Pedro, os exhortamos a que dirigáis vuestros constantes esfuerzos para que el pueblo fiel de Francia evite los astutos engaños y errores de estos conspiradores y desarrolle un afecto y una obediencia más filiales a esta Sede Apostólica. Sed vigilantes en obras y palabras, para que los fieles crezcan en el amor a esta Santa Sede, la veneren y la acepten con completa obediencia; deben ejecutar todo lo que la misma Sede enseña, determina y decreta.
S.S. León XIII
La unión con la Sede Romana de Pedro es… siempre el criterio público de un católico… “No se os debe considerar como poseedores de la verdadera fe católica si no enseñáis que se debe mantener la fe de Roma”.
En la Iglesia católica se encarna el cristianismo, que se identifica con aquella sociedad perfecta, espiritual y, en su orden, soberana, que es el cuerpo místico de Jesucristo y que tiene por cabeza visible al Romano Pontífice, sucesor del Príncipe de los Apóstoles. Es la continuación de la misión del Salvador, hija y heredera de su redención. Ha predicado el Evangelio y lo ha defendido al precio de su sangre, y, fuerte en la ayuda divina y en la inmortalidad que le han sido prometidas, no acepta el error, sino que permanece fiel a los mandatos que ha recibido de llevar la doctrina de Jesucristo hasta los confines del mundo y hasta el fin de los tiempos y de protegerla en su integridad inviolable.
S.S. Pío IX
Concilio Vaticano
Así, los padres del cuarto concilio de Constantinopla, siguiendo los pasos de sus predecesores, publicaron esta solemne profesión de fe: «La primera condición de la salvación es mantener la regla de la verdadera fe. Y como no puede faltar en su efecto la palabra de nuestro Señor Jesucristo: «Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia» (Mt 16, 18), las palabras pronunciadas se confirman por sus consecuencias. Porque en la Sede Apostólica siempre se ha conservado intachable la religión católica y se ha tenido en honor la sagrada doctrina. Puesto que es nuestro ardiente deseo no separarnos en modo alguno de esta fe y doctrina, esperamos que merezcamos permanecer en esa única comunión que predica la Sede Apostólica, pues en ella está toda la verdadera fuerza de la religión cristiana»…
Para cumplir con este deber pastoral, nuestros predecesores se esforzaron incansablemente para que la enseñanza salvadora de Cristo se extendiera entre todos los pueblos del mundo; y con igual cuidado cuidaron de que se mantuviera pura e incontaminada dondequiera que fuera recibida. Por eso los obispos de todo el mundo… encomendaron a esta Sede Apostólica especialmente los peligros que surgían en materia de fe. Esto era para asegurar que cualquier daño sufrido por la fe fuera reparado sobre todo en ese lugar donde la fe no puede conocer fallas…
En efecto, el Espíritu Santo fue prometido a los sucesores de Pedro no para que, por su revelación, dieran a conocer alguna doctrina nueva, sino para que, con su ayuda, guardasen religiosamente y expusiesen fielmente la revelación o depósito de la fe transmitido por los apóstoles. En efecto, su enseñanza apostólica fue abrazada por todos los venerables padres y reverenciada y seguida por todos los santos doctores ortodoxos, pues sabían muy bien que esta sede de San Pedro permanece siempre inmaculada por todo error, conforme a la promesa divina de nuestro Señor y Salvador al príncipe de sus discípulos: «Yo he rogado por ti para que tu fe no desfallezca; y, cuando hayas vuelto, confirma a tus hermanos» (Lc 22,32).
Este don de la verdad y de la fe infalible fue conferido divinamente a Pedro y a sus sucesores en esta sede para que pudieran desempeñar su excelso oficio en favor de la salvación de todos, y para que todo el rebaño de Cristo pudiera ser preservado por ellos del alimento venenoso del error y ser alimentado con el sustento de la doctrina celestial. De esta manera se elimina la tendencia al cisma y toda la Iglesia se conserva en unidad y, apoyándose en su fundamento, puede mantenerse firme contra las puertas del infierno.
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S.S. Nicolás II
https://books.google.es/books?
Si alguno, es elegido, ordenado ó entronizado con desacato de este nuestro decreto, promulgado por sentencia sinodal, que sea por la autoridad de Dios y de los Apóstoles Pedro y Pablo anatematizado en perpétuo con todos sus cómplices y excluido de la Santa Iglesia de Dios como un anticristo, un usurpador y un destructor de la cristiandad; que sobre este punto se le niegue toda audiencia, y que sea desposeído de todo grado eclesiástico que antes desempeñaba. Cualquiera que á él se hubiere adherido ó le haya tributado algún respeto como Pontífice, o tenga la pretensión de defenderlo en lo más mínimo, será fulminado con la misma sentencia.
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