17 de junio de 1811
Cualquiera que sea el éxito de vuestras deliberaciones ó el partido que os pueda inspirar la sabiduría y el interés de nuestras iglesias, nosotros nunca abandonaremos aquellos principios inmudables que nos atan a la unidad, aquella piedra angular, aquella llave de la bóveda sin la cual caería en ruinas sobre sí el edificio todo entero; nunca nos desligaremos de aquel primer anillo sin el cual se disolverían todos los otros, y nada mas presentarían a la vista sino la confusión, la anarquía y las ruinas; nunca faltaremos al respeto y amor que debemos a la Iglesia romana que nos dió a luz para Jesucristo, y nos crió con la leche de su doctrina; la cátedra augusta que los santos Padres llamaron la ciudadela de la verdad, y a aquel jefe supremo del episcopado, sin el cual el episcopado entero se destruiría por sí mismo y quedaría lánguido como un ramo se parado del árbol, ó se vería agitado a merced de las olas como un navío sin gobernalle y sin piloto.
Cualquiera que sea la vicisitud a que se vea expuesta la Sede de Pedro, cualquiera que sea el estado y condición de su augusto sucesor, siempre estaremos unidos a ella por los vínculos del respeto y del filial acatamiento y obediencia.
Podrá esta Sede ser agitada, mas nunca destruida; se le podrá disminuir su esplendor, mas nunca arrancarle su fuerza: donde estuviere esta Sede allí se reunirán todas las otras; por donde se transportare le seguirán todos los católicos, porque do quiera que se estableciere allí estará el tronco de la sucesión, el centro del gobierno, el sagrado depósito de las tradiciones....."
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