S.S.Pío IX
Carta al
Cardenal Costantino Patrizi Naro
Cardenal Costantino Patrizi Naro
su secretario general.
Decanus Collegii Sanctae Romanae Ecclesiae Cardinalium
Decanus Collegii Sanctae Romanae Ecclesiae Cardinalium
Decía Su Santidad al Cardenal:
La Iglesia de Dios, como una reina rodeada de múltiples adornos, se ha engalanado siempre con la variedad de sus Órdenes religiosas, y ha empleado los trabajos de éstas en propagar la gloria del nombre divino, en tratar de los asuntos de la república cristiana, y en introducir ó en propagar en los pueblos, por obra de la doctrina de la caridad, la gloria de la civilización. Por eso todos los enemigos de la Iglesia han perseguido siempre con ataques violentos las Órdenes religiosas, y entre ellas han hecho objeto preferente de su odio la Compañía de Jesús, porque la consideran más viva en el trabajo, y por consiguiente más temible a sus proyectos. Esto es lo que vemos con dolor en los momentos actuales, en que los usurpadores de nuestro dominio temporal, ávidos de una presa siempre funesta á los que se apoderan de ella, parece que quieren empezar la supresión de todas las familias religiosas con la de los Padres de la Compañía de Jesús.
Para facilitar el camino á tal maldad, esfuércense por concitar la envidia del pueblo contra estos religiosos; los acusan de animosidad secreta contra el actual régimen, y sobre todo recriminan su influencia y su crédito cerca de Nos, y los pintan infundiéndonos mayor reprobación contra ese régimen, y rodeándonos de tal modo, que no hacemos absolutamente nada sino bajo su inspiración. Una calumnia tan necia, no sólo encierra el mayor desprecio de nuestra persona, porque nos supone absolutamente inepto é incapaz de concebir ninguna resolución, sino que es también eminentemente absurda, porque nadie ignora que el Romano Pontífice, después de haber implorado el auxilio divino, hace y ordena lo que juzga razonable y útil para la Iglesia; pero que en los asuntos más graves acostumbra à emplear como auxiliares à los que, por poseer perfectamente la materia de que se trata, le parece le darán informe más sabio é ilustrado, cualquiera que sea su rango, su condición, ó el Órden religioso à que pertenezcan.
Sin duda nos servimos con frecuencia de los Padres de la Compañía de Jesús, les confiamos varios cargos, y sobre todo el del sagrado ministerio, y ellos lo cumplen de manera que nos hacen apreciar más cada día esa fidelidad y ese celo que han logrado de nuestros predecesores múltiples y magníficos elogios. Pero este amor y esta estimación que Nós concedemos con toda justicia à una Sociedad que siempre ha merecido bien de la Iglesia de Cristo, de esta Santa Sede y del pueblo cristiano, está léjos de esa condescendencia servil inventada por sus calumniadores; con indignación rechazamos esa injuria hecha à Nos y al humilde celo de estos excelentes Padres.
Hemos juzgado conveniente exponeros estas cosas, Venerable Hermano nuestro, a fin de descubrir los pérfidos lazos tendidos à la Compañía, restablecer nuestras intenciones, falseadas y desconocidas con tanta imprudencia y locura, y para que esta ilustre Compañía posea un nuevo testimonio de nuestro especial afecto.
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