2 de octubre del Año del Señor
LOS SANTOS ÁNGELES DE LA GUARDA
El Altísimo mandó a sus ángeles que cuidasen
de ti; los cuales te guardarán en cuantos
pasos dieres; te llevarán en sus manos;
no sea que tropiece tu pie contra la piedra,
(Salmo, 90, 11-12).
Los hijos de los reyes no salen sino escoltados de personas encargadas de velar por ellos y defenderlos en caso de necesidad. Pues bien, todos los cristianos se han vuelto, por su bautismo, hijos del Rey de los cielos. Es por esto que Dios da a cada persona un compañero fiel encargado de guardarla, conducirla y gobernarla. Este compañero es nuestro ángel de la guarda. Debemos, en este día de su fiesta, agradecer a la bondad divina por este singular favor; y, al mismo tiempo, dar gracias a estos espíritus bienaventurados por la solicitud con que velan sobre nosotros y nos acompañan desde la cuna hasta la tumba. Es la finalidad que persigue la Iglesia al establecer la fiesta de hoy.
ORACIÓN
Oh Dios, que, por inefable providencia, os dignáis enviar a vuestros santos ángeles para que nos guarden, conceded a nuestras humildes súplicas la gracia de ser sostenidas por su protección, y el gozo de ser en la eternidad los compañeros de su gloria. Por J. C. N. S. Amén.
MEDITACIÓN SOBRE
LOS ÁNGELES DE LA GUARDA
I. Admira la bondad de Dios que ha destinado a un príncipe de su corte a que vele sobre tu conducta. Tu ángel de la guarda día y noche se mantiene a tu lado; te defiende contra el demonio y las tentaciones; te inspira santos pensamientos; te desvía del mal; intercede por ti ante Dios. Agradece a Dios la bondad que te demuestra al darte un conductor tan fiel y tan caritativo, y ve en esta gracia una prueba de la estima que tiene de tu alma. Agradece a tu ángel custodio por los servicios que te presta; pídele los continúe hasta tu muerte.
II. Ten profundo respeto por tu ángel y demuéstraselo todos los días con alguna oración. No maltrates, no escandalices a nadie; acuérdate de la palabra del Señor que te prohíbe escandalizar a los pequeñuelos, porque sus ángeles ven siempre el rostro de su Padre. Estos ángeles vengarán el daño que hicieres a quienes están a su cuidado. Si trabajas por convertir a algún pecador, ruega a su ángel custodio que te ayude. Honra a tu ángel de la guarda. No hagas en su presencia lo que no harías en presencia de una persona respetable. (San Bernardo).
III. Considera a tu ángel custodio como al mejor amigo que tienes en este mundo. Él es fiel, no te abandonará en tus necesidades. Está infinitamente iluminado, consúltalo en tus dudas: no te engañará. Es poderoso para socorrerte: tiene más poder, más inteligencia y más fuerza que los hombres en quienes pones tu confianza. Escucha lo que te inspira. ¡Ah! si tuvieses un poco de fe, nada temerías, sabiendo que tu ángel está contigo.
*Así es, mis queridos hermanos. Honremos a nuestro santo ángel custodio, pidiéndole que vele por nosotros y nos ayude a atravesar este lugar de destierro que es la vida mortal de la manera más digna posible. Al igual que invocamos a nuestros santos patrones, también deberíamos consultar a nuestro ángel de la guarda, pues es un espíritu puro al cual Dios ha dotado de mayor poder y sabiduría que a los hombres que nos rodean. Pidámosle también que nos haga fieles imitadores de Cristo Nuestro Señor, para que crucifiquemos nuestros detestable orgullo y tratemos a los demás como quisiéramos que nos trataran a nosotros. Sigamos las santas inspiraciones que nuestro ángel nos envíe, sin temor alguno al cobarde respeto humano, y seamos muy humildes y comprensivos con quienes pecan por flaqueza o por ignorancia, procurando llevarles al bien mediante el ejemplo de nuestra conducta y nuestra conversación, que siempre debe tratar de cosas espirituales, de modo que quienes nos escuchen puedan sentirse edificados y puedan elevar el espíritu hacia el plano sobrenatural, pues el mundo está podrido de materialismo y ateísmo práctico, fomentados especialmente por la abominable Ramera de Babilonia o secta conciliar, la cual camina hacia su perdición arrastrando a millones de pobres ciegos con ella. Santos Ángeles Custodios, ¡velad por nosotros!
Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. – Tomo III, Patron Saints Index.
*Comentario de Un discípulo amado de N.S.J.C.
SANTOS ÁNGELES
DE LA GUARDA
El Altísimo mandó a sus ángeles que cuidasen de ti; los cuales te guardarán en cuantos pasos dieres; te llevarán en sus manos; no sea que tropiece tu pie contra la piedra. (Salmo 90, 11-12)
+ La festividad de los santos Ángeles Custodios.
+ En Roma, el suplicio de san Modesto Sardo, Levita y Mártir, el cual, en el imperio de Diocleciano, fue atormentado con el ecúleo y abrasado en el fuego. Su cuerpo, trasladado después a Benevento, fue colocado en una Iglesia que lleva su nombre.
+ En territorio de Arras, el triunfo de san Leodegario, Obispo de Autún, el cual, habiendo sufrido por la verdad muchas injurias y diversos tormentos, fue muerto por orden de Ebroíno, Mayordomo del Rey Teodorico.
+ En Nicomedia, san Eleuterio, soldado y Mártir, con otros innumerables, los cuales, falsamente acusados de haber puesto fuego al palacio de Diocleciano, todos por orden del mismo cruelísimo Emperador, eran muertos, a montones; descabezados unos, quemados otros en hogueras y otros precipitados en el mar.
+ El más insigne entre todos fue Eleulerio, que, por mucho tiempo atormentado y saliendo de cada suplicio más animoso, purificado en el fuego como el oro, coronó la victoria de su martirio.
+ En Antioquía, los santos Mártires Primo, Cirilo y Secundario.
+ El mismo día, san Gerino, Mártir, que fue hermano de san Leodegario, Obispo de Autún, y por orden del mismo Ebroíno, murió apedreado.
+ En Constantinopla, san Teófilo, Monje, el cual, por la defensa de las sagradas Imágenes, cruelísimamente azotado por el impío León Isáurico y relegado al destierro, pasó al Señor.
+ Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.