VACANTIS APOSTOLICAE SEDIS

"Quod si ex Ecclesiae voluntate et praescripto eadem aliquando fuerit necessaria ad valorem quoque." "Ipsum Suprema Nostra auctoritate nullum et irritum declaramus."

POR EL MISMO DERECHO DIVINO ES TAMBIÉN SOBERANO DE SUS ESTADOS

Niceto Alonso Perujo
Enciso (La Rioja), III.1841 – Valencia, 1890. Presbítero, doctor en Teología y en Derecho Canónico, canónigo en varios cabildos, profesor y rector de Seminario, apologeta y polifacético escritor.

POR EL MISMO DERECHO DIVINO QUE EL PONTÍFICE ELECTO ES PRIMADO DE TODA LA IGLESIA, ES TAMBIÉN SOBERANO DE SUS ESTADOS

Además de que la autoridad temporal del Papa se diferencia en muchas cosas de la de los reyes. La de éste mana, como un apéndice necesario, de su primado sobre la Iglesia, y solo la tiene en virtud de este primado. El es un mero administrador de sus dominios, cuya propiedad pertenece á toda la Iglesia. Así es que los Cardenales eligen al Papa sin intervención ninguna del pueblo y mirando principalmente al bien de la Iglesia. Pero una vez elegido el Papa, queda por el mismo hecho elegido rey de los Estados de la Iglesia; de manera que su poder político depende totalmente de su elección canónica. Además, en el Cónclave se atiende al bien general de la Iglesia mas principalmente que al bien de los romanos, y siempre, y en todos casos, el poder temporal del Papa está subordinado á su autoridad espiritual. Por lo tanto, este reino no es como los reinos de este mundo.

Ni pueden dividirse los cargos de Papa y de rey de Roma, ni puede dividirse el acto y derecho de la elección: de modo, que por el mismo derecho divino que el Pontífice electo es primado de toda la Iglesia, es también soberano de sus Estados.

Estos Estados, como hemos dicho, pertenecen á toda la catolicidad, y el gobierno de ellos va anejo al Papa precisamente, como cabeza de la Iglesia. Por eso se llaman Estados de la Iglesia, patrimonio de San Pedro, etc. Por eso el Concilio de Constanza tomó en nombre de la Iglesia la administración y gobierno de los Estados romanos durante el gran cisma. Desde la primera donación hecha á la Santa Sede, no hay un solo documento que no mencione, no al Papa, sino á San Pedro y á la Iglesia.

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