Nótese mucho la diferencia entre el sumo Pontificado, o primacía jurisdicional y honorífica de los Papas romanos y su elección para Obispos de Roma.
Esta elección de un individuo dado, para sentarse en la Silla Episcopal romana, es del humano derecho eclesiástico; el Obispo de Roma es elegido tal, y para tal Sede, por el Conclave de Cardenales.
Pero la potestad suma de orden, jurisdicción y honor, que va aneja al sucesor de San Pedro en el Episcopado romano, procede y viene del cielo, del mismo Dios, Jesucristo; nace, en fin, de la voluntad divina.
Así, pues, quien, por disposición humana, eclesiástica o civil, conciliar o política, intente separar el supremo Pontificado del Obispo de Roma y adjudicarlo a cualquier otro Obispo de la cristiandad, pretende desunir lo que Dios mismo unió inseparablemente; pretende un imposible, una herejía; quien tal propone y quiere es un hereje, un cismático.
P. José Fernández Montaña