TRATADO DE LA VIRTUD SÓLIDA,
por el R.P. Bellecius SJ, Cincinnati, 1914.
ARTÍCULO II. De la malicia del pecado venial considerado en sus efectos.
1. Vicia y estropea las acciones virtuosas. (Continuación)
Finalmente, aunque ofreciéramos a Dios una intención pura al despertarnos por la mañana, comprometiéndonos cuidadosamente a renovarla con frecuencia a lo largo del día, sin embargo la comisión de un pecado venial debilita su influencia; disminuye y a veces incluso anula el valor de nuestras obras hasta que sean consagradas por una nueva oblación.
¡Alma mía! El pecado venial ha mezclado una aleación indigna y sucia con el oro de tus buenas obras. Con astucia diabólica se ha propuesto robarte los tesoros celestiales que pudieras haber amasado cada día; ha despojado de sus ornamentos más nobles a la corona celestial que te estaba destinada.
Cada vez que se ha insinuado para ejercer una influencia directa sobre nuestras acciones, ha aniquilado su mérito y nos ha despojado de tantos grados de gloria eterna.
Y sin embargo, a pesar de todo esto, nos resulta difícil detestarlo; ¡hasta llegamos a amarlo y adorarlo!
Continuará...