La Sabiduría conduce al hombre por el camino recto de la vida eterna
(Proverbios de Salomón)
Oíd, hijos, las instrucciones de un padre; y prestad atención para aprender prudencia. Pues os enseño buena doctrina, no abandonéis mis lecciones. También yo fui hijo de mi padre, tierno y único ante mi madre. Él me enseñaba y me decía: Retenga tu corazón mis palabras; observa mis preceptos y vivirás. Adquiere la sabiduría, trata de alcanzar la inteligencia; no te olvides de ella, ni te apartes de los dichos de mi boca. No la dejes, y ella te guardará; ámala, y será tu defensa. He aquí el principio de la sabiduría: adquirir la sabiduría, y a trueque de todos tus bienes alcanzar la inteligencia. Tenla en gran estima, ella te ensalzará; te honrará cuando la estreches en tus brazos. Ornará tu cabeza con una corona de gracia, y te regalará una magnífica diadema.
Escucha, hijo mío, y recibe mis palabras, para que se multipliquen los años de tu vida. Yo te enseño el camino de la sabiduría, te conduzco por los senderos de la rectitud. Andando por ellos no serán acechados tus pasos, y si corres no tropezarás. Atente a la instrucción, nunca la dejes; guárdala, porque es tu vida. No sigas los caminos de los impíos, no vayas por la ruta de los malvados. Esquívala, no pases por ella; apártate de allí y pasa adelante. Porque ellos no duermen, si antes no han hecho algún mal; no pueden conciliar el sueño, si no han hecho caer a otro. Comen el pan de la iniquidad, y beben el vino de la violencia. La senda de los justos es como la luz de la mañana, cuyo resplandor crece hasta ser pleno día. El camino de los malos, en cambio, es como tinieblas; no saben en qué van a tropezar. Hijo mío, presta atención a mis palabras, inclina tus oídos a mis enseñanzas; no se aparten de tus ojos; guárdalas en lo íntimo de tu corazón. Son vida para quien las halla, salud para todo su cuerpo. Ante toda cosa guardada guarda tu corazón; porque de él mana la vida. Evita la perversidad de la lengua, y aleja de ti la maledicencia en el hablar. Miren de frente tus ojos, y tus párpados diríjanse a los pasos que des. Examina los pasos de tu pie y sean rectos todos tus caminos. No declines ni a la derecha ni a la izquierda, y aparta tu pie del mal.
(Libro de los Proverbios de Salomón, Capítulo 4).