VACANTIS APOSTOLICAE SEDIS

"Quod si ex Ecclesiae voluntate et praescripto eadem aliquando fuerit necessaria ad valorem quoque." "Ipsum Suprema Nostra auctoritate nullum et irritum declaramus."

S.S. SIXTO V, PAPA Nº 227

SIXTO V (1585-1590)
FELIX PERETTI

Hijo de una familia pobre, nació en un pequeño país cerca de Grottamare, en 1521. Era porquerizo cuando fue recogido por los frailes menores de Ascoli. Terminados los estudios, tomó el hábito franciscano y llegó a ser profesor de teología. Fue predicador elocuente; y habiendo sido enviado a Venecia para introducir reformas en el convento de los franciscanos, fue arrojado del Senado de la Serenísima por la severidad de sus actos. Se retiró a Roma, donde fue elegido cardenal por Pío V (1570). 

En 1585 sucedió a Gregorio XIII, habiendo sido elegido en el conclave porque nunca había intrigado por ascender al pontificado y era hombre de costumbres irreprensibles y firmes propósitos. 

Apenas elegido, el nuevo papa, que tomó el nombre de Sixto V, desplegó una batalladora actividad; ante todo desembarazó los Estados pontificios de los bandidos que los infestaban; indujo a Felipe II, rey de España, hacia el cual no sentía, ciertamente, una particular simpatía, a hacerse campeón del catolicismo y a tomar las armas contra los protestantes de Inglaterra y Francia. Excomulgó a Enrique III, como culpable del asesinato de Enrique de Guisa; mas cuando Enrique IV, aun protestante, fue hecho rey de Francia (1589), le trató con tal moderación que sorprendió a todos; quizás había adivinado en él a un hombre de genio destinado a grandes cosas. Renovó la excomunión de Pio V contra Isabel de Inglaterra, que había hecho decapitar a María Estuardo. 

Amigo de las artes, Sixto V hizo terminar la cúpula de la basílica de San Pedro, restaurar muchos monumentos y construir el magnífico acueducto del agua Marcia. Favoreció la agricultura, la industria de la seda ordenando plantaciones de moreras, estableció graneros, alentó el comercio e intentó desecar los pantanos de Orvieto y las Pontinas. Siguió con amor el movimiento científico de su tiempo. 

Se ocupó con verdadero celo en la reforma de las órdenes religiosas y organizó de manera definitiva las congregaciones romanas. Fijó el número de cardenales en setenta, divididos en tres órdenes: obispos, sacerdotes y diáconos. 

Cuando le sorprendió la muerte, estaba preparando una gran cruzada para arrojar a los turcos de Europa, libertar Palestina y conquistar Egipto. 

A pesar las importantes cantidades que invirtió para embellecer a Roma, depositó en el Castillo de Santángelo una enorme suma para ser utilizada sólo casos gravísimos indicados por él mismo.

Murió 27 de agosto de 1590. Amado y temido, admirado y denigrado, formáronse a su alrededor numerosas leyendas.

Su severidad y los impuestos con que gravó la ciudad, movió al pueblo a intentar derribar su estatua en el Capitolio, pero ello fue impedido por el Condestable Colonna y por el Nuncio Sforza.

Los Papas, desde San Pedro hasta Pío XII
Giuseppe Arienti
Con Licencia Eclesiástica 1945


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