JUAN BAUTISTA PAMPHILI
Noble romano, fue auditor de la Rota, nuncio de Nápoles y datario de legaciones en España y Francia. Elegido pontífice, a pesar del veto que Francia le había puesto en 1644, publicó una bula contra los cardenales que no residían en los Estados pontificios, acusando también al cardenal Mazarino, que se defendió denunciando la bula al Parlamento y amenazando a Aviñón.
Hubo entre él y el duque de Parma una desavenencia por la elección del obispo de Castro, e Inocencio X despojó al duque de aquel principado. Fue asesinado el obispo elegido por el papa, y éste hizo incendiar la ciudad. Favoreció la expedición del duque de Guisa a Nápoles, pero el cardenal Mazarino la hizo fracasar.
Luego el pontífice protestó, aunque en vano (1648), contra cláusulas del tratado de Westfalia, que al reconocer el protestantismo lo ponía al nivel del catolicismo, legalizaba las usurpaciones de los príncipes alemanes en perjuicio de la Iglesia, e iniciaba así la obra de secularización que había de ser luego, desgraciadamente, norma en las relaciones entre el Estado y la Iglesia.
En 1653 condenó por medio de la bula Cum occasione las cinco proposiciones heréticas de Jansenio, sin que se dejara conmover por las luchas que los jansenistas desencadenaron en Francia.
En 1650 celebró con grandes fiestas el XIII jubileo; suprimió muchos conventos de Italia, donde por el corto número de componentes no era posible la exacta observancia de la disciplina monástica.
Ayudó a los venecianos y al rey de Hungría Vladislao en la lucha contra los turcos.
Fue un grave error de Inocencio el admitir en la corte pontificia a su cuñada Olimpia Maidelchina, mujer ambiciosa e intrigante, que junto con su nuera, llamada también Olimpia, y con el cardenal Astalli, pariente del papa, señoreaban en el Vaticano y manejaban los asuntos más importantes. Las acusaciones contra Inocencio por esta debilidad suya son definidas por Ranke: "una historia tejida de hechos apócrifos, de fábulas y quimeras".
Por lo demás, Inocencio X, aunque viejo, desplegó una gran actividad y opuso una amable sencillez a la rigidez severa de Urbano VIII.
Favoreció con largueza a los pobres y abasteció abundantemente de trigo la ciudad durante la carestía de 1649.
Fue uno de los pontífices que más contribuyeron al embellecimiento de Roma; San Pedro, San Juan de Letrán, Santa Inés en la Plaza Navona fueron objeto de su atento celo.
También hizo construir algunos edificios civiles, como las llamadas Cárceles Nuevas, en las cuales, por primera vez en Europa, se adoptó el sistema celular y donde por obra del arquitecto, Antonio del Grande, se supo mezclar a la vez higiene, seguridad, sencillez y arte.
Inocencio X murió el 5 de enero de 1655.
Los Papas, desde San Pedro hasta Pío XII
Giuseppe Arienti
Con Licencia Eclesiástica 1945