S.S. Pío XII
22 de diciembre de 1957
...espectadores del enorme desarrollo de la ciencia moderna, que ha extendido el conocimiento y el poder del hombre hasta los espacios astrales, casi cegados por la fascinación de sus propios resultados, sólo pueden admirar la "grandeza del hombre", cerrando voluntariamente sus ojos a las “grandezas de Dios”. Ignorantes u olvidando que Dios es más alto que los mismos cielos y que su trono se apoya sobre las cumbres de las estrellas (Job 22,12), estos tales ya no perciben la verdad y el sentido del himno cantado por los ángeles en lo alto de la gruta, donde se manifestó la suprema grandeza divina: «Gloria in excelsis Deo»; sino que, al contrario, están tentados de sustituirla por la otra de "gloria en la tierra al hombre"...
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