Réginald Garrigou-Lagrange O.P.
"Nosotros podemos, pues, emplear la libertad de cultos como argumento ad hóminem contra aquellos que, mientras proclaman la libertad de cultos, persiguen a la Iglesia, o impiden directa o indirectamente su culto . Este argumento ad hóminem es correcto y la Iglesia no lo desdeña, sino que lo usa para defender eficazmente su derecho a la libertad.
Pero no se sigue de esto que la libertad de cultos en sí misma pueda defenderse absolutamente por los católicos, porque de suyo es absurda e impía, pues la verdad y el error no pueden tener los mismos derechos.
Ni tampoco se puede decir falsedad para defender la verdad, así como no se puede hacer el mal para que venga el bien. Por eso dice San Pablo en Romanos III, 7: “Pero si la fidelidad o verdad de Dios (añadirá alguno), con ocasión de mi infidelidad o malicia se ha manifestado más gloriosa, ¿por qué razón todavía soy yo condenado como pecador? ¿Y por qué (como con una insigne calumnia esparcen algunos que nosotros decimos) no hemos de hacer nosotros un mal, a fin de que de él resulte un bien? Los que dicen esto son justamente condenados”»
P.RÉGINALD GARRIGOU-LAGRANGE OP,
Revelatióne, tomo II, libro segundo, cap. X
“Del oficio de recibir la Divina Revelación”, art. 4.º, respuesta a la objeción 8.ª.
París, Pierre Lethielleux éditions, 1926, págs. 631-632.)
https://archive.org/details/garrigou-lagrange-de-revelatione-ii/page/n315/mode/1up
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