VACANTIS APOSTOLICAE SEDIS

"Quod si ex Ecclesiae voluntate et praescripto eadem aliquando fuerit necessaria ad valorem quoque." "Ipsum Suprema Nostra auctoritate nullum et irritum declaramus."

SAN LORENZO, Diácono Mártir




10 de agosto del Año del Señor
SAN LORENZO,
Diácono Mártir

El que ama su vida, la perderá,
mas el que aborrece su vida en este mundo,
la conservará para la vida eterna.
(Juan, 12, 25).

San Lorenzo, diácono de la Iglesia de Roma, viendo al Papa San Sixto marchar a la muerte, le dijo con tristeza: "Oh padre mío, ¿adónde vas sin tu hijo? -No te abandono, respondióle el pontífice, me seguirás dentro de tres días". En efecto, Lorenzo fue prendido; y como le pidiesen los tesoros de la Iglesia, llevó ante el tirano a los pobres a quienes se los había distribuido, diciendo: "He aquí los tesoros de la Iglesia". Fue colocado sobre una parrilla ardiente, y, poco después, dijo al perseguidor: "Dadme vuelta, estoy bastante cocido de este lado". Lo dieron vuelta, y añadió poco después: "Está bastante cocido; podéis comer". Murió en el año 258, bajo Valeriano, dando gracias a Dios por la merced que le concedía de poder sufrir por Él.


ORACIÓN

Oh Dios omnipotente, que habéis dado a San Lorenzo la gracia de triunfar de las llamas que lo consumían, dignaos extinguir en nosotros el fuego de las pasiones culpables. Por J. C. N. S. Amén.


MEDITACIÓN SOBRE LA VIDA
DE SAN LORENZO

I. De tal modo abrasaba a San Lorenzo el amor de Dios, dice San Agustín, que su cuerpo no sentía las llamas que lo consumían. Cuando se ama a Dios, no se ama el cuerpo ni los placeres carnales; se desprecia la vida y se desea la muerte. Siendo así, oh Dios mío, ¡cuán débil es mi amor por Vos! ¡Qué mal he aprovechado el tiempo que me concedéis! Es perder la vida no amar a Dios. (San Agustín).

II. Su paciencia es admirable: no espera los tormentos, sale a su encuentro; sube al instrumento de su suplicio como a un carro de triunfo; urge a sus verdugos a que vuelvan su cuerpo para aumentar sus sufrimientos. Si amas tu cuerpo, si lo acaricias en esta vida, menester será experimentar en la otra o los fuegos del infierno o los del purgatorio. ¿Quién no preferiría arder una hora con San Lorenzo a soportar toda una eternidad el fuego del infierno? (San Agustín).

III. San Lorenzo eleva su mirada al cielo y agradece a Dios el honor que le hace de aceptar el sacrificio de su vida. En tus aflicciones, imita su ejemplo: dirige tus miradas al cielo para pedir a Dios la gracia de sufrir con valentía; agradécele que ejercite tu paciencia y te juzgue digno de sufrir algo por Él. ¡Ingrato! ¡no agradeces a Dios sino cuando te concede favores temporales! El mayor presente que Dios puede hacerte es la santidad, y la santidad no se adquiere sino por los sufrimientos.

*Así es, queridos hermanos. Dios nos está dando muestras de su amor de predilección por nosotros, pues hace que seamos despreciados e incomprendidos por quienes nos rodean, que nos ven como a unos fanáticos exaltados que nos negamos a acomodarnos a este siglo de muerte y apostasía. Pero nosotros sabemos muy bien por el Espíritu Santo que nos lo confirma que la amistad con el mundo es enemistad con Dios, de ahí que huyamos de cualquier compromiso o complacencia culpables con los hijos de la cizaña, que lamentablemente hoy son una aplastante mayoría. Para más inri, debemos hacer frente a la mayor impostura jamás operada bajo la luz del sol, que es el tener que soportar la existencia de Babilonia la Grande, madre de las rameras, reina de los fornicarios y profanadores, que ha usurpado a la Esposa Santa e Inmaculada de Cristo, haciéndose pasar por ella a ojos del mundo incrédulo y neopagano de hoy, cerrando la puerta del cielo a miles de millones de almas que se han adherido a esa furcia del infierno, seducidas por la insidiosa Operación del error, que Dios les envía como castigo por su infidelidad y su nulo amor de la Verdad. Por tanto, que nadie se excuse, todos los tiempos son de martirio, como decía el gran San Agustín, y la nuestra es probablemente la peor de las épocas de la historia, al haber sido quitados el Padre (el Papa) y la Madre (la Iglesia), por lo que vagamos errantes por el desierto como ovejuelas sin pastor, pero Dios nos ha dejado el Magisterio y la Disciplina del último de Sus Vicarios para guiarnos y defendernos de los lobos rapaces que nos acosan por todas partes, así que vayamos a beber en las fuentes del Magisterio para recobrar nuestras mermadas fuerzas y hallar consuelo entre tanto engaño y error pernicioso. Pidámosle a San Lorenzo que nos obtenga ese valor sobrenatural que él mostró en su glorioso suplicio, de modo que podamos estar preparados para dar testimonio de Dios y de nuestra Fe en todo tiempo y lugar.

Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. – Tomo III, Patron Saints Index.

*Comentario de Un discípulo amado de N.S.J.C.


10 de Agosto del Año del Señor.
SAN LORENZO,
Diácono y Mártir

n. en Huesca, España;
† martirizado hacia el año 258

Patrono de los comediantes; archivistas; bibliotecarios; bibliotecas; carniceros; cocineros; diáconos; cristaleros; lavanderos; indigentes; seminaristas; niños escolares; viticultores.

El que ama su vida, la perderá, mas el que aborrece su vida en este mundo, la conservará para la vida eterna. (Juan 12, 25)

+ En Roma, en la vía Tiburtina, el triunfo de san Lorenzo Arcediano, el cual, en la persecución de Valeriano, después de muchísimos tormentos de cárcel, varios azotes, varas, plomadas y láminas candentes, por último asado en unas parrillas de hierro, consumó el martirio. Su cuerpo fue sepultado por san Hipólito y el Presbítero Justino en el cementerio de Ciríaca, en el campo Verano.
+ En España, la Aparición de santa María Virgen, llamada de la Merced, que con este título instituyó la Orden de Redención de Cautivos. Su fiesta se celebra el 25 de Septiembre.
+ En Roma, el suplicio de ciento sesenta y cinco santos soldados Mártires, en tiempo del Emperador Aureliano.
+ En Alejandría, la conmemoración de los santos Mártires que, en la persecución de Valeriano, de orden del Presidente Emiliano, atormentados por mucho tiempo con varios y refinados suplicios, lograron con diversos géneros de muerte la palma del martirio.
+ En Bérgamo, santa Asteria, Virgen y Mártir, en la persecución de los Emperadores Diocleciano y Maximiano.
+ En Cartago, las santas Vírgenes y Mártires Basa, Paula y Agatónica.
+ En Roma, san Diosdado, Confesor, el cual, cuanto ganaba en la semana con el trabajo de sus manos, lo repartía el sábado a los pobres.

+ Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.